Sentirse segura 

20 noviembre, 2019 0 Por fran

Nos gusta sentirnos guapas, pero también nos gusta que nos miren. Y quien diga la contrario miente. Otra cosa son esa clase de piropos machistas que tanto se estilaban en el pasado y que por suerte cada vez se escuchan menos: pero si un día un compañero de trabajo te dice un qué guapa estás con el único ánimo de, precisamente eso, decirte que te ve guapa, ¿lo agradecemos o no? 

Durante mucho tiempo nadie me dijo que estaba guapa. Soy una persona bastante fuerte y con orgullo pero tampoco soy una inconsciente ni me gusta mentirme a mí misma. Sé que en los últimos años me dejé llevar y me descuidé. Todo el mundo atraviesa sus baches y yo pasé el mío y tampoco me arrepiento puesto que de todo se aprende. Sin embargo, había llegado el momento de cambiar, de volver a salir ahí fuera y dejarse ver.

Y no solo lo podía hacer yo sola, necesitaba ayuda. Fue así como entré en contacto con una clínica estética. Mi objetivo era claro: reducir la papada. Al menos para empezar quería acabar con esa parte de mi cuerpo que tan poco me gustaba. Conocía casos en los que personas de edades parecidas a mí y con ese problema habían salido de la clínica como nuevas. Y, por supuesto, todos los que seguimos un poco la crónica del corazón sabemos que hay personas famosas que han cambiado mucho de la noche a la mañana: no son milagros, es una liposucción papada

Pero las que no somos millonarias debemos tener cuidado porque una operación de este tipo no se puede repetir, al menos a corto plazo. La cirugía estética es cara y es totalmente entendible que así sea ya que se usan procedimientos muy modernos. Al fin y al cabo, no deja de ser cirugía, aunque con unas finalidades eminentemente estéticas. 

Mi cirujano cumplió con creces y mi liposucción papada fue perfecta, pese a que me costó un poco más de lo normal recuperarme. Pero en poco tiempo volví a mi vida normal con una cara diferente, no solo literalmente, sino con otro ánimo, que era lo que buscaba.